viernes, 15 de agosto de 2008

EL PC ECOLOGICO - Ecobook










La compañía taiwanesa Asustek está empeñada en sorprender al mercado, ahora con el anuncio del “Eco Book” una computadora con carcasa fabricada con bambú laminado disponible en varias tonalidades.Los ingenieros están comprobando si el bambú del prototipo es capaz de resistir condiciones extremas en portátiles permitiendo que el calor de procesadores y chips o de la pantalla salga al exterior.
Según Asustek el bambú es una planta abundante, flexible, duradera y de gran crecimiento que no daña el medio ambiente como los procesos con maderas procedentes de la tala de árboles, aunque los pegamentos de unión o los laminados de color puedan contener en ocasiones material tóxico.

El Eco Book es una nueva estrategia para una compañía que responde a la demanda de ejecutivos y de usuarios de alto nivel, “experimentando con otro tipo de materiales que además puedan ser más ecológicos”, indicó Cher Chornis, directora de marketing y comunicación de Asus Computer, la filial del fabricante en Estados Unidos.
Los inconvenientes que se están encontrando los ingenieros encargados de convertir la idea inicial en un producto real y comercializable están casi todos centrados en las condiciones de trabajo del equipo, que por ejemplo se calentará por su uso, y habría que mirar muy bien si eso puede suponer un peligro para el consumidor.


Tras introducir portátiles con acabado en piel, este sería un paso más que sería muy difícil de criticar, y que plantea una posible salida al problema de la contaminación por los desechos informáticos, que irá a mucho más cuando no haya primer, segundo y tercer mundo en la informática.

jueves, 14 de agosto de 2008

LA ERA DIGITAL



La era digital ha llegado para quedarse, y como cada revolución tecnológica suscita miedos, alienta esperanzas y genera nuevas palabras. El desafío de pensar en la contribución de los modernos sistemas de comunicación al proceso de paz y a la integración regional exige examinar críticamente las promesas con las que llega la era digital.

Las nuevas tecnologías pueden contribuir de modo decisivo a la integración regional, a la paz, a la defensa de nuestra lengua común y a extender el acceso a los bienes culturales, en la medida en que las condiciones de su diseño y utilización no se dejen libradas a la propia inercia del proceso de innovación tecnológica.
Hay que apropiarse de la tecnología con prudencia y sobriedad, superando tanto la tecnofobia recalcitrante como el fetichismo tecnológico. Hay que hacer una vasta pedagogía social del uso y de la producción de nuevos medios.
1. Actitudes ante el proceso de innovación tecnológica
Una de las manifestaciones más evidentes de la cultura digital es la transformación del lenguaje cotidiano. Ya se han instalado en nuestras prácticas discursivas decenas de términos que utilizamos como coraza protectora, como arma arrojadiza, como palabras mágicas, y a veces, hasta correctamente: Internet, correo electrónico, páginas web, módem, formatos de archivo, velocidad de conexión, servidor, webcam, interfaz, escáner, compresión, listas de distribución, proveedores de acceso, operadores booleanos, puerto de impresora, foros de discusión, chats, y por supuesto, cibercomunidades, medios virtuales, hipertextos y portales.
Los iniciados pueden llegar a ser bastante más crípticos, de modo que si consiguieron entender la lista de palabras anterior, pueden probar suerte con estos acrónimos: TCP/IP, DNS, IRC, WAIS, BBS, FTP, MIME, GIF, JPEG o HTTP.

2. Entender la revolución digital para liderar el cambio
El desafío profesional al que nos enfrentamos en el terreno de la comunicación, no consiste simplemente en "adaptarse al cambio", como si de una moda se tratase, y tampoco se limita a utilizar con naturalidad un nuevo lenguaje. Lo que se plantea como exigencia es mucho más radical y pasa por comprender y controlar las nuevas características de los medios y de la comunicación pública. De lo que se trata es de ser protagonistas, no espectadores, de la revolución tecnológica, para poder convertir en realidades las promesas de la era digital.

La clave de la comunicación se ha desplazado desde la transmisión de información, característica de la era analógica, hacia la producción de contenidos, propia de la era digital.

El público sedentario de los medios tradicionales se ha reconvertido en usuario activo, que no se limita al consumo de medios interactivos, sino que también participa en la producción de contenidos. Son los "prosumidores".

La distinción entre medios personales (como el teléfono o el correo) y medios colectivos (como la televisión o la prensa) se diluye en un entorno de confluencia ya bautizado como "conectivo", una forma personalizada de la colectividad (De Kerckhove, 1999).

Las cibercomunidades y los portales surgen precisamente como ámbitos de confluencia entre los servicios de información personalizada y los medios de información pública.
La confluencia de la escritura con los medios digitales da lugar a un nuevo modo de estructurar y acceder a la información denominado hipertexto, así como a nuevas modalidades narrativas como la información y la ficción interactiva.

Internet ha provocado la disolución de las fronteras que separaban a los medios en función de su soporte y de los formatos de información. Los medios virtuales o sólo digitales, así como las versiones electrónicas de los medios convencionales constituyen nuevas realidades mediáticas que ya no se explican mediante el recurso a los viejos paradigmas matemáticos o ideológicos de la comunicación.

La Web tiende cada vez de modo más evidente hacia la confluencia entre PC y TV, y el lenguaje audiovisual pomposamente rebautizado multimedia se impone como una suerte de lingua franca de la cultura digital.

El teléfono (es decir las redes de telecomunicaciones) se fusiona con la radio y la televisión (broadcasting) y emerge el pointcasting, un sistema de difusión audiovisual a la vez universal y personalizado.

Estos cambios plantean dos urgencias: redefinir el perfil y las exigencias profesionales de los comunicadores, y redefinir los contenidos y los procedimientos de su formación académica.

Pero la presunta omnipotencia de la era digital contrasta con la fragilidad de la paz, las convulsiones naturales de nuestro pequeño planeta y las dificultades culturales, políticas y económicas que frenan la integración entre los pueblos. Aún así, vislumbramos nuevas oportunidades gracias a la existencia de poderosas herramientas de comunicación.

3. Contribución de los medios al proceso de integración regional y a la preservación de la paz
Aquí, la pregunta correcta no es cómo pueden contribuir las nuevas tecnologías de la comunicación al proceso de integración regional y a la preservación de la paz, sino qué tenemos que hacer nosotros para conseguirlo.

Las transformaciones que hemos examinado revelan que los medios ya no son el soporte, sino el contenido, y en consecuencia, que los comunicadores ya no se definen por el medio en el que trabajan, sino por los asuntos acerca de los que saben.

El poder, en la era digital, ya no es el control del espacio sino del conocimiento. Las guerras hoy se libran con armas controladas por los mismos ordenadores que se utilizan para hacer Toy Story, Titanic o La amenza fantasma. Si se trata de hablar de los medios y de la paz, habrá que recordar el carácter instrumental de la tecnología y en consecuencia la urgente necesidad de educar a los usuarios. Es de vital importancia que nos planteemos la necesidad de extender y democratizar el acceso a Internet en hispanoamérica, de incorporar nuestros contenidos culturales y nuestra lengua a la Red. La lengua es uno de los factores estratégicos de mayor importancia en proyecto de unión entre América Latina y la Red.
Hay señales positivas en esta dirección, ya que la comunidad hispanohablante es el grupo con mayor crecimiento en Internet. Aún así, se requieren políticas nacionales y regionales audaces para propiciar un desarrollo intenso y organizado de la Red, tal como se ha hecho en Estados Unidos y en Europa (Infosociedad, 1998).


Conclusiones
"Cada nueva tecnología crea una nueva cultura". Los cambios que nos promete la era digital no se producirán tan rápido como se nos anticipa, pero sus efectos serán mucho mayores de lo que se pronostica. La comunicación pública y sus paradigmas de sustento han de ser repensados a la luz de los medios que nos trae la era digital, hay que aventurarse a hacer la comunicación que queremos, sin complejos ni fanatismos, porque hay una nueva oportunidad para los medios, para los comunicadores, y también para la paz.




Referencia: Dr. José Luis Orihuela

LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN



Una sociedad de la información[] es una sociedad en la que la creación, distribución y manipulación de la información forman parte importante de las actividades culturales y económicas.
La sociedad de la información es vista como la sucesora de la sociedad industrial. Relativamente similares serían los conceptos de sociedad post-industrial (Daniel Bell), posfordismo, sociedad postmoderna, sociedad del conocimiento, entre otros.
Una de las primeras personas en desarrollar un concepto de la sociedad de la información fue el economista Fritz Machlup. La frase fue empleada por primera vez en su libro de 1962 The production and distribution of knowledge in the United States ("La Producción y Distribución del


Conocimiento en los Estados Unidos") en donde concluía que el número de empleos que se basan en la manipulación y manejo de información es mayor a los que están relacionados con algún tipo de esfuerzo físico.

Sin embargo, la concepción actual de lo que se entiende por Sociedad de la Información es influjo de la obra del sociólogo japonés Yoneji Masuda, quién en 1981 publicó The Information Society as Post-Industrial Society (Editorial World Future Society, Estados Unidos), traducido al castellano en 1984 como "La Sociedad Informatizada como Sociedad Post-Industrial" (Madrid, Fundesco-Tecnos, 1984).


Aun cuando no existe un concepto universalmente aceptado de lo que se llama "Sociedad de la información", la mayoría de los autores concuerda en que alrededor de 1970 se inició un cambio en la manera en que las sociedades funcionan. Este cambio se refiere básicamente a que los medios de generación de riqueza poco a poco se están trasladando de los sectores industriales a los sectores de servicios. En otras palabras, se supone que en las sociedades modernas, la mayor parte de los empleos ya no estarán asociados a las fábricas de productos tangibles, sino a la generación, almacenamiento y procesamiento de todo tipo de información. Los sectores relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), desempeñan un papel particularmente importante dentro de este esquema.

Desde la perspectiva de la economía globalizada contemporánea, la sociedad de la información concede a las TIC, el poder de convertirse en los nuevos motores de desarrollo y progreso. Si en la segunda mitad del siglo XX los procesos de industrialización fabriles marcaron la pauta en el desarrollo económico de las sociedades occidentales que operaban bajo una economía de mercado, a principios del siglo XXI, se habla más bien de las "industrias sin chimenea"; es decir, el sector de los servicios, y de manera especial, las industrias de la informática.

Algunos autores sugieren que este modelo de desarrollo tuvo un origen más preciso a principios de la década de 1990, en el llamado Consenso de Washington, en el que el grupo de los países desarrollados definieron algunos de los principales lineamientos económicos que habrían de adoptarse para enfrentar el problema de los llamados "países en vías de desarrollo" y el fracaso de sus economías.


Algunas de las acciones derivadas de este acuerdo y que se han observado en todo el mundo occidental, son:

*La privatización de las industrias de las telecomunicaciones.
*La desregulación del mercado de las telecomunicaciones.
*La búsqueda del acceso global a las TIC.

Muchos críticos han señalado que la llamada "Sociedad de la Información" no es sino una versión actualizada del imperialismo cultural ejercido desde los países ricos hacia los pobres, especialmente porque se favorecen esquemas de dependencia tecnológica.

Quienes están a favor de la "Sociedad de la Información" sostienen que la incorporación de las TIC en todos los procesos productivos, ciertamente facilitan la inserción a los mercados globales, donde la intensa competencia obliga a reducir costes y a ajustarse de manera casi inmediata a las cambiantes condiciones del mercado.


En todo caso, aun quienes se muestran optimistas con respecto a la "Sociedad de la Información", admiten que la brecha digital es uno de los principales obstáculos en este modelo de desarrollo. A grandes rasgos, este fenómeno se refiere a todos aquellos sectores que permanecen por muy diversas razones, al margen de los beneficios y ventajas asociados a las TIC.

La sociedad de la información no está limitada a Internet, aunque este ha desempeñado un papel muy importante como un medio que facilita el acceso e intercambio de información y datos. La Wikipedia es un excelente ejemplo de los resultados del desarrollo de este tipo de sociedades. Recientemente se considera a los weblogs como herramientas que incentivan la creación, reproducción y manipulación de información y conocimientos.


El reto para los individuos que se desarrollan en todas las áreas de conocimiento es vivir de acuerdo con las exigencias de este nuevo tipo de sociedad, estar informados y actualizados, innovar, pero sobre todo generar propuestas y generar conocimiento, conocimiento que surge de los millones de datos que circulan en la red.

De acuerdo con la declaración de principios de la Cumbre de la Sociedad de la Información llevado a cabo en Ginebra (Suiza) en 2003, la Sociedad de la Información debe estar centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.