jueves, 14 de agosto de 2008

LA ERA DIGITAL



La era digital ha llegado para quedarse, y como cada revolución tecnológica suscita miedos, alienta esperanzas y genera nuevas palabras. El desafío de pensar en la contribución de los modernos sistemas de comunicación al proceso de paz y a la integración regional exige examinar críticamente las promesas con las que llega la era digital.

Las nuevas tecnologías pueden contribuir de modo decisivo a la integración regional, a la paz, a la defensa de nuestra lengua común y a extender el acceso a los bienes culturales, en la medida en que las condiciones de su diseño y utilización no se dejen libradas a la propia inercia del proceso de innovación tecnológica.
Hay que apropiarse de la tecnología con prudencia y sobriedad, superando tanto la tecnofobia recalcitrante como el fetichismo tecnológico. Hay que hacer una vasta pedagogía social del uso y de la producción de nuevos medios.
1. Actitudes ante el proceso de innovación tecnológica
Una de las manifestaciones más evidentes de la cultura digital es la transformación del lenguaje cotidiano. Ya se han instalado en nuestras prácticas discursivas decenas de términos que utilizamos como coraza protectora, como arma arrojadiza, como palabras mágicas, y a veces, hasta correctamente: Internet, correo electrónico, páginas web, módem, formatos de archivo, velocidad de conexión, servidor, webcam, interfaz, escáner, compresión, listas de distribución, proveedores de acceso, operadores booleanos, puerto de impresora, foros de discusión, chats, y por supuesto, cibercomunidades, medios virtuales, hipertextos y portales.
Los iniciados pueden llegar a ser bastante más crípticos, de modo que si consiguieron entender la lista de palabras anterior, pueden probar suerte con estos acrónimos: TCP/IP, DNS, IRC, WAIS, BBS, FTP, MIME, GIF, JPEG o HTTP.

2. Entender la revolución digital para liderar el cambio
El desafío profesional al que nos enfrentamos en el terreno de la comunicación, no consiste simplemente en "adaptarse al cambio", como si de una moda se tratase, y tampoco se limita a utilizar con naturalidad un nuevo lenguaje. Lo que se plantea como exigencia es mucho más radical y pasa por comprender y controlar las nuevas características de los medios y de la comunicación pública. De lo que se trata es de ser protagonistas, no espectadores, de la revolución tecnológica, para poder convertir en realidades las promesas de la era digital.

La clave de la comunicación se ha desplazado desde la transmisión de información, característica de la era analógica, hacia la producción de contenidos, propia de la era digital.

El público sedentario de los medios tradicionales se ha reconvertido en usuario activo, que no se limita al consumo de medios interactivos, sino que también participa en la producción de contenidos. Son los "prosumidores".

La distinción entre medios personales (como el teléfono o el correo) y medios colectivos (como la televisión o la prensa) se diluye en un entorno de confluencia ya bautizado como "conectivo", una forma personalizada de la colectividad (De Kerckhove, 1999).

Las cibercomunidades y los portales surgen precisamente como ámbitos de confluencia entre los servicios de información personalizada y los medios de información pública.
La confluencia de la escritura con los medios digitales da lugar a un nuevo modo de estructurar y acceder a la información denominado hipertexto, así como a nuevas modalidades narrativas como la información y la ficción interactiva.

Internet ha provocado la disolución de las fronteras que separaban a los medios en función de su soporte y de los formatos de información. Los medios virtuales o sólo digitales, así como las versiones electrónicas de los medios convencionales constituyen nuevas realidades mediáticas que ya no se explican mediante el recurso a los viejos paradigmas matemáticos o ideológicos de la comunicación.

La Web tiende cada vez de modo más evidente hacia la confluencia entre PC y TV, y el lenguaje audiovisual pomposamente rebautizado multimedia se impone como una suerte de lingua franca de la cultura digital.

El teléfono (es decir las redes de telecomunicaciones) se fusiona con la radio y la televisión (broadcasting) y emerge el pointcasting, un sistema de difusión audiovisual a la vez universal y personalizado.

Estos cambios plantean dos urgencias: redefinir el perfil y las exigencias profesionales de los comunicadores, y redefinir los contenidos y los procedimientos de su formación académica.

Pero la presunta omnipotencia de la era digital contrasta con la fragilidad de la paz, las convulsiones naturales de nuestro pequeño planeta y las dificultades culturales, políticas y económicas que frenan la integración entre los pueblos. Aún así, vislumbramos nuevas oportunidades gracias a la existencia de poderosas herramientas de comunicación.

3. Contribución de los medios al proceso de integración regional y a la preservación de la paz
Aquí, la pregunta correcta no es cómo pueden contribuir las nuevas tecnologías de la comunicación al proceso de integración regional y a la preservación de la paz, sino qué tenemos que hacer nosotros para conseguirlo.

Las transformaciones que hemos examinado revelan que los medios ya no son el soporte, sino el contenido, y en consecuencia, que los comunicadores ya no se definen por el medio en el que trabajan, sino por los asuntos acerca de los que saben.

El poder, en la era digital, ya no es el control del espacio sino del conocimiento. Las guerras hoy se libran con armas controladas por los mismos ordenadores que se utilizan para hacer Toy Story, Titanic o La amenza fantasma. Si se trata de hablar de los medios y de la paz, habrá que recordar el carácter instrumental de la tecnología y en consecuencia la urgente necesidad de educar a los usuarios. Es de vital importancia que nos planteemos la necesidad de extender y democratizar el acceso a Internet en hispanoamérica, de incorporar nuestros contenidos culturales y nuestra lengua a la Red. La lengua es uno de los factores estratégicos de mayor importancia en proyecto de unión entre América Latina y la Red.
Hay señales positivas en esta dirección, ya que la comunidad hispanohablante es el grupo con mayor crecimiento en Internet. Aún así, se requieren políticas nacionales y regionales audaces para propiciar un desarrollo intenso y organizado de la Red, tal como se ha hecho en Estados Unidos y en Europa (Infosociedad, 1998).


Conclusiones
"Cada nueva tecnología crea una nueva cultura". Los cambios que nos promete la era digital no se producirán tan rápido como se nos anticipa, pero sus efectos serán mucho mayores de lo que se pronostica. La comunicación pública y sus paradigmas de sustento han de ser repensados a la luz de los medios que nos trae la era digital, hay que aventurarse a hacer la comunicación que queremos, sin complejos ni fanatismos, porque hay una nueva oportunidad para los medios, para los comunicadores, y también para la paz.




Referencia: Dr. José Luis Orihuela

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